jueves, 13 de mayo de 2010

Ingrid


Título original: Ingrid
Año: 2009
Nacionalidad: España
Dirección: Eduard Cortés
Guión: Eduard Cortés & Marta Puig
Producción: Xavier Atance
Fotografía: Bet Rourich
Música: Micka Luna
Montaje: Jorge Macaya
Dirección artística: Fernanda Chali
Vestuario: Aina Rigol & Olga Rodal
Reparto: Eduard Sarelo, Elena Serrano, Victòria Pagès, Jürgen Müller, David Alandí, Iris Aneas, Marc Brrachina, José María Blanco, Oscar D'Aniello, Lourdes Hernández, Micka Luna, Edgar Manjares, Guille Milkway, Helena Miquel, Marta morera, Mürfila, Nubla…
perriflautas que van de modernos
Nadie puede negar que Ingrid sea un filme con un aspecto visual espléndido. Atrevido. Arriesgado. Moderno (bueno lo de moderno es lo que quisieran creerse su director y la pandilla de indies que secundan sus delirios artísticos)… Pero ahí queda todo, porque no se puede negar nada más. Nadie puede negar que la película llega con, al menos, cinco años de retraso, pues MySpace ha quedado reducida, hoy en día, al ámbito de los profesionales del audiovisual, la red social que impera en la red es, como bien saben todas las señoras del mundo, facebook, que no aparece en ningún fotograma. Tampoco nadie puede negar la incapacidad de Eduard Cortés para contar una historia cuando se le podría hacer la siguiente pregunta de clase de cine: ¿quién es el protagonista él o ella? ¿qué historia nos quieres contar la de un pringado que se enamora de una sadomasoquista o la de una flipada que finge dejarse seducir por un palurdo? No lo tengo claro y eso, evidentemente, impide mi empatía con cualquiera de los dos personajes. Sobretodo cuando ambos me caen fatal. 

No se trata de que me caigan antipáticos o no me guste su corte de pelo -que, sobretodo, el de ella resulta altamente desafortunado, de hecho el pelo suele ser una de las señales por las que se reconoce a modernos, indies, perrifluatas, rockeros, skeaters, surferos, gays, lesbianas, pijos y cualquier colectivo que se precie, siendo el de Ingrid absolutamente inapropiado para la credibilidad de esta historia- es que me parecen unos farsantes: actores disfrazados para que creamos que son artistas, pintores, escultores, performers, cantantes… incluso los que se interpretan a sí mismos -que son la mayoría- son también unos farsantes, porque, en el cine, no se trata de ser algo y mostrarlo, sino de representar que se es algo. Por un lado está Álex, interpretado por, Eduard Sarelo -que debería haberse quedado en el anonimato que proporciona la profesión del actor de doblaje- se muestra absolutamente inverosímil en su personaje de… de… ¡¿de qué?! ¿qué mierda es su personaje? un tipo que abandonado por su pareja se muda al piso que esta misma ex-pareja le ofrece, en una clara estrategia para que el guión pueda avanzar y conocer a su antagonista. No doy crédito. ¿Acabamos de salir de la escuela de cine o es que nos perdimos las últimas clases? Por otro lado está Ingrid, interpretada por Elena Serrano, un personaje demasiado complejo para una principiante -y para los guionistas, el director y, sobre todo, el equipo de maquillaje y peluquería (pobres)-, que se limita a aguantar primeros planos poniendo caras con la mirada perdida y un corte de pelo imposible para cualquier sadomasoquista que se precie. 
Sí. Lo reconozco. Ingrid me pone enfermo, me altera, me saca de quicio, se me hinchan las venas, se me acelera el corazón, me da dolor de cabeza, me entran ganas de vomitar, desata mis instintos más básicos y primarios, pero eso es, sobretodo, porque Ingrid es básica y primitiva… 
Eduard Cortés es responsable de algunos de los episodios de la serie de televisión Hay alguien ahí, una serie que sistemáticamente homenajea (¿o plagia?) el mejor cine de terror desde La casa encantada, (The haunting, 1963, Robert Wise) hasta El círculo (Ringu, 1998, Hideo Nakata), algo que un servidor se tomaba con humor al pensar que era uno de los códigos que utilizaban los creadores de la serie para conectar con el espectador televisivo. Pues no. No era más que la prueba evidente de un equipo de directores y seudo-creadores sin ideas que sólo pueden expresarse artísticamente a través del trabajo de otros. Puede que si tienes 23 años (los que tiene Ingrid) no seas capaz de percibir que la tontería del anagrama de Ingrid es una referencia a La semilla del diablo (1968, Roman Polanski); o que no reconozcas la premisa del personaje que interpretara Juliette Binoche -una auténtica actriz- en Herida (Damage, 1992, Louis Malle), cuyo personaje era capaz de enfrentarse al dolor por la perdida de aquel hermano-amante y hacer sucumbir a cualquier varón que se le ponga por delante. Lo que no te va a costar es reconocer las múltiples referencias al universo del moderno por excelencia: David Lynch: con esas habitaciones a las que acude Ingrid en su sonambulismo -Twin Peaks: fuego camina conmigo (Twin Peaks: firme walk with me, 1992, David Lynch)-, con esos supuestamente inquietantes personajes -Mulholland Dirve (2001, David Lynch)- que la someten a no sé que tonterías sexuales -el momento Álex ve a través de un televisor lo que le hacen a Ingrid es de Videodrome (1983, David Cronenberg)-, cuya presencia no se explica en ningún momento, el tatuaje 'You'll never cacth me' -prácticamente una frase de Carretera perdida (Lost highway, 1997, David Lynch), esos efectos de sonido que no hacen más que poner en evidencia la falta de recursos de Cortés, las ridículas performances de principiante, los momentos lesbos, los personajes pintorescos, la banda sonora que intenta estar conectada emocionalmente con los acontecimientos… (PUAG). Pero lo peor de todo, lo que no se puede aguantar, es ese plano final que pretende emular la que fuera obra maestra de la modernidad española: Arrebato (1979, Iván Zulueta), una obra que contiene, entre otras maravillas de la expresión artística, un plano que cada vez que lo veo me transmite unas emociones y sensaciones que estos payasos -ninguna intención de ofender aquellos que se dedican a la profesión de clown- emulan, o copian, o desdibujan -diría yo- con una ligereza digna de juzgado de guardia. ¿Alguien ha avisado a SGAE para que le cobren los derechos de autor por utilizar material de otros autores? Porque esto sí debería ser reprobable.
Y luego está lo del doblaje. Ingrid es una película -sólo porque es el soporte en el que está realizada- en la que se habla inglés, alemán, francés, catalán, español y no sé que más… ¿Y porqué doblan el catalán? No lo entiendo. Si además el catalán es una lengua española, ¿porqué la doblan? ¿Para ahorrar en subtítulos? ¿O es que los modernos no hablan catalán? No creo que sea una estrategia comercial, porque total yo creo que donde más se va a ver la película es en Cataluña, más que nada porque todos los que salen avisarán a sus amigos en lo que, ciertamente, me parece una de las pocas virtudes de la película: su campaña de marketing a través de unas estupendas páginas electrónicas y esa nada gratuita convocatoria hacia todos los artistas, diseñadores y músicos que salen en la película, para que puedan luego verse y utilizarles para hacer promoción, aunque en realidad aprovechas para promocionarte tú. Y de paso si alguno te cae un poco peor, como La casa azul pues le dedicas toda una secuencia absolutamente antimoderna y antialternativa que no va a conseguir más que provocar náuseas la próxima vez que escuches la misma canción en otro contexto. Yo no quiero ni intentar recordar la canción. 
Que la historia esté basada en un hecho real, inspirada diría yo -por cierto igual que hicieran antaño Román Polanski y Gérard Brach en Repulsión (1965, Roman Polanski)-, en una Ingrid que tenía un MySpace y que se dedicaba a impresionar a palurdos, no hace más que reafirmar la incapacidad de Eduard Cortés para contar una historia y su astucia para el marketing, pues probablemente se escudará en este hecho para contrarrestar lo que opinen auténticos modernos y alternativos como yo.

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