lunes, 24 de mayo de 2010

Habitación en Roma


Título original: Room in Rome
Año: 2010
Nacionalidad: España
Dirección: Julio Medem
Guión: Julio Medem
Producción: Alvaro Longoria & Julio Medem
Fotografía: Alex Catalán
Música: Jocelyn Pook
Montaje: Julio Medem
Dirección artística: Montse Sanz
Vestuario: Carlos Díez
Reparto: Elena Anaya, Natasha Yarovenko, Enrico Lo Verso, Najwa Nimri
ordenado medem 
¿Qué sentido tiene rodar una película española en inglés si total acabamos viéndola doblada? No lo entiendo. Puedes contarme lo que quieras sobre los objetivos comerciales de rodarla en inglés, que en este caso no es enteramente así sino que hacen por coherencia no hablar uno de los personajes español y entenderse en inglés.  ¡¡¡PUES PORQUÉ COÑO LA DOBLAN SI FRANCO MURIÓ!!! No es que quiera creer que me hubiera gustado si la hubiera visto en su versión original. Puede que sí, cosas más raras se han visto. Pero ahora tendré que esperar para su lanzamiento en DVD y sacarla de la biblioteca ---no vuelvo a pagar--- para verla ¡por fin! del modo en que fue concebida.
Aunque el primer tercio de la película funciona bastante bien, me veo obligado a decir que es de lo más previsible. Todos sabemos antes de entrar al cine lo que vamos a ver: una noche de amor entre dos desconocidas en una habitación de hotel… luego no tiene mucho sentido jugar al quiero y no quiero, me quedo dormida, me escapo a hurtadillas si todos sabemos que vas a acabar comiendo melocotón, guapa, nena, bonita. Resulta molesto porque algunos momentos son realmente estupendos, como el momento en que ambas se desnudan en un ejercicio que parece ---no estoy tan seguro de que Medem lo hubiese concebido así como de que yo quiera darle esa interpretación--- querer acercarles como personas, dado lo lejos que estaban la una de la otra con su normal apariencia de lesbiana y niña pija, en esto se aprecia la labor de un diseñador de vestuario tan atento al street wear como Carlos Díez.
Una vez se resuelve el tonteo de me quedo me largo ---más que freudiano lo del móvil es obvio--- empieza realmente la película, que igual que en el primer tercio vuelve a suceder lo mismo, parece que vamos a aventurarnos en un juego de historias, reales o no, pero que estimulan la imaginación del espectador, como si de Las mil y una noche se tratara. Alba emociona con la historia que explica su nombre, un relato estupendo que Elena Anaya transmite maravillosamente en un ejercicio absolutamente cinematográfico, llamado en literatura deíxis de la fantasía, al obligar al espectador a imaginar la historia que ella cuenta, mientras comprobamos lo que sucede entre ellas. Tremendamente elocuente es el momento del mapa, el misterio y planteamiento místico sobre el lugar en el que se encuentran, además, apoyarse en un mapa ---casi un pergamino--- de la Roma imperial en lugar de hacerlo en uno actual, confiere a la historia ---hasta el momento--- un maravilloso halo romántico presente en todos los filmes precedentes de Medem. Particularmente mi problema llega cuando del místico mapa se convierte en Google Earth, cuando los clásicos cuadros de la pared se convierten en el vídeo de un móvil, cuando encienden la tele, cuando buscan ofrecer credibilidad a sus respectivas historias a través de Internet. No es que esté en contra de las nuevas tecnologías es que, en este contexto, me sacan de la película. No de cualquier película, sino de ésta película. La sensación que me transmite, o bien es que Medem se ahoga en la habitación o tiene miedo de que nos ahoguemos nosotros.
No me aclaro con el momento Enrico Lo Verso, lo que puede quedar en una gracia lo alarga, lo exprime y lo agota. Tampoco ayuda que Elena Anaya sea estupenda y transmita más allá de su personaje y que Natasha Yarovenko se limite a repetir un texto aprendido, tengo que hacer un esfuerzo para saber qué es lo que me quiere contar su personaje, porque o ella no llega o yo no le oigo. Puede que en inglés sea otra cosa, pero lo que no cambia seguro es la falta de química entre los personajes, echo en falta esa supuesta pasión que las envuelve y arrebata, no la siento, no la veo. Pero hay una cosa que de ninguna manera me encaja: si la rusa no es lesbiana y esta es su primera experiencia, no me creo que se quede tan pancha; si la química que surge entre ellas es física y pasional, la rusa se mantiene demasiado fría, sobre todo para no ser la lesbiana, lo hubiera entendido mejor al revés; si lo que les comienza atrayendo es la parte racional, intelectual, a través de las historias que se cuentan la una a la otra sobre las vivencias traumáticas vividas con otras personas no entiendo que empiece con ambas desnudas.
La campaña de publicidad se ha empeñado en vendernos una historia de amor de una noche en un hotel de Roma entre dos desconocidas… ¿A quien no le vienen a la mente películas como El último tango en París (Last tango in Paris, 1972, Bernardo Bertolucci), Nueve semanas y media (Nine 1/2 weeks, 1986, Adrian Lynne) o Una relación privada (Une liaison pornographique, 1999, Frédéric Fonteyne)? A quien no las haya visto, claro. Estas tres historias son historias de amor entre dos personas que no se conocen, follan como salvajes y, al final, cada uno sigue su camino como si nada estando una de ellas vinculada a una romántica ciudad, la siguiente limitada por un espacio de tiempo y la última desarrollada, prácticamente, en una habitación de hotel. Y todo esto sin ver En la cama (2005, Matías Bize), la película original que rehace Medem, porque no nos olvidemos que esto no es más que un remake. Que sea más o menos diferente porque en la primera era un hombre y una mujer y en esta son dos mujeres, eso sólo afecta al vestuario, no al sentimiento. 
Por lo menos la cámara sí es lo que era, los planos de Medem, sus encuadres, la manera en que muestra el espacio y enfrenta los cuadros presentes en la habitación, enfrentando dos épocas, dos mundos, uno relacionado con la española y el otro con la rusa ---al menos cada una de ellas se refiere a uno o al otro--- es de lo más acertado del filme. No soporto la banda sonora, no me refiero a la música de Jocelyn Pook, que pasa bastante desapercibida, sino a los tres o cuatro momentos en los que suena la ---ya odiosa--- canción de Russian Red ¿La elección de la banda es una broma sobre el origen de una de las protagonistas? No me pongas la canción otra vez, por Dios, que van cuatro veces. No me la pongas.

2 comentarios:

  1. me encanta tu articulico rey! ^_^

    Ahora...no se como le dais alguna oportunidad al Medem este...Vacas es lo unico q ha hecho q merece la pena...y (como ya te dije en el articulo de Extracine) el merito lo tienen los aizkolaris jejejejejejej


    besos

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  2. bueno... creo que deberías verla doblada y tu opinión cambiaría muchísimo. Natascha trasmite, y mucho, aunque no tanto como Elena, eso sí.

    Y respecto con lo de la música, estoy totalmente en desacuerdo. La encuentro acertadísima y me parece equisita. No creo que la de Jocelyn Pook pase desapercibida.

    En fin... divergencias de opinión...

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