Título original: Io sonno l'amore
Año: 2009
Nacionalidad: Italia
Dirección: Luca Guadagnino
Guión: Luca Guadagnino, Barbara Alberti, Ivan Cotroneo & Walter Fasano, basado en una idea original de Luca Guadagnino
Producción: Luca Guadagnino, Francesco Melzi d'Eril, Marco Morabito, Alessandro Usai, Massimiliano Violante & Tilda Swinton
Fotografía: Yorick Le Saux
Música: John Adams
Montaje: Walter Fasano
Diseño de Producción: Francesca Depetris Pochintesta
Decorados: Monica Sironi
Vestuario: Antonella Cannarozzi
Reparto: Tilda Swinton, Flavio Parenti, Edoardo Gabbriellini, Alba Rohrwacher, Pippo Delbono, Diane Fleri, Maria Paitao, Marisa BErenson, Waris Ahluwalia, Gabriele Ferzatti, Martina Codecasa, Mattia Zaccaro...
recetas para desatar la pasión
Yo soy el amor es una historia exquisita, deliciosa y sabrosa que, cocinada con mimo y espero por Luca Guadagnino, ofrece una (otra) prodigiosa y maravillosa interpretación de Tilda Swinton (...)
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Además de lo dicho, me es imposible no resaltar otros puntos que llamaron mi atención de Yo soy el amor.
En primer lugar, y aportando algo más sobre las composiciones de los planos de marcadas líneas rectas en la primera parte y absolutamente liberados sensuales en cuanto Emma encuentra el amor, me deja asombrado el elemento que escoge Luca Guadagnino para simbolizar la ruptura con el pasado y el despertar al amor. Me refiero al cuadro que regala Elisabetta (Alba Rohrwacher) a su abuelo que representa un camino salvaje, lleno de curvas y abierto a un incierto destino, exactamente igual que el camino que más adelante recorre Emma en el coche de Antonio, simbolizando de esta manera su despertar al amor y haciendo una comparación con el propio despertar de su hija, a la que antes parecía envidiar, tal y como se denota de la emoción con la que escucha su disco. Es asombroso, por cierto, el parecido entre ambas actrices, que pareciera que son madre e hija en la vida real.
La relación de ambos personajes también es una de las cosas más interesantes de la película, marcando además que, aunque son madre e hija, Elisabetta también es hija de Tancredi, lo que le permite tener esa vena práctica que le hace intuir que su posición en la familia es más favorable quedándose dentro del armario. Con la única que comparte su secreto es con su madre, la única de la familia, que no es de la familia y que tiene un espíritu romántico que, como ella misma dice, tuvo que dominar y sólo deja escapar cuando cocina para su hijo Edoardo, que se parece mucho más a ella y a su temperamento.
Siguiendo la línea me detengo en la familia al completo, me deja fascinado -por lo que tiene de animal, de manada- la auto-protección que practican en la familia que sólo les permite abrirse al extranjero, a cualquiera que venga de fuera, en el momento en que entran a formar parte de la familia. Me pone los pelos de punta el desprecio que le hacen a Gregorio cuando, evidentemente, Elisabetta le reprocha que haya venido con flores a recogerle a su vuelta a Milano, pues le había dejado claro que no iba a volver -y la ironía dramática nos ayuda a entender las razones reales-, pero la madre y la abuela, no le saludan ni le dicen nada hasta esperar la reacción de su hija y nieta, ante la cual le dan la espalda y le dejan totalmente desconsolado en la estación. El otro momento se produce al final, tras el desenlace que deja a Eva ya fuera de la familia, en todo momento está sola, aparte, nadie le consuela, ni le toca ni le abraza, a pesar de haber sufrido la misma pérdida que ellos. Sólo en el momento en que se sugiere que puede haber germinado una semilla le abren de nuevo los brazos. Una familia salvaje, me da mucho miedo.
Finalmente me detengo en la única persona, aparte de Edoardo y Elisabetta comprende realmente a Emma y le apoya y le ayuda en todo momento, ofreciéndole calor y comprensión. Me refiero a la imponente figura de la criada, cuyo abrazo final es el más emocionante que recibe en la película, porque ella sí la conoce y la quiere tal y como es y entiende que debe irse para ser feliz. Y ella lo es con su marcha porque piensa en ella y no en si misma, como hacen todos los demás.
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