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sábado, 11 de enero de 2014

Gravity


Título original: Gravity
Año: 2013
País: Estados Unidos & Reino Unidos

Dirección: Alfonso Cuarón
Guión: Alfonso Cuarón & Jonás Cuarón
Producción: Alfonso Cuarón & David Heyman  
Fotografía: Emmanuel Lubezki
Música: Steven Price
Montaje: Alfonso Cuarón & Mark Sanger 
Diseño de producción: Andy Nicholson 
Dirección artística: Mark Scruton
Decorados: Rosie Goodwin
Vestuario: Jany Termine
Reparto: Sandra Bullock, George Clooney, Ed Harris, Orto Ignatiussen, Paul Sharma, Amy Warren, Basher Savage… 

perder el norte buscando el camino

Resulta difícil trazar una ruta de la trayectoria profesional de Alfonso Cuarón. En todo caso podríamos trazar dos. Una es la que le lleva por esas prescindibles adaptaciones literarias anglosajonas —La princesita (A little princess, 1995), Grandes esperanzas (Great expectations, 1998) o Harry Potter y el prisionero de Azkaban (Harry Potter and the prisioner of Azkaban, 2004)—, que sin duda le han proporcionado una gran proyección internacional, aunque podrían haber firmado cualquier otro cineasta del montón; y otra, más discreta y sobre todo personal —Sólo con tu pareja (1991), Y tu mamá también (2001)—, que elabora habitualmente junto a su hermano, Jonás Cuarón, y que le identifica con un cine de autor más accesible para el gran público, por decirlo de alguna manera. Si con Hijos de los hombres (Children of men, 2006) conseguía tender un puente entre ambas rutas, Gravity (2013), pretende confirmarlo, pero igual que se rompe el cable que une a los dosprotagonsitas de su película, tampoco estoy seguro de que Cuarón haya conseguido del todo su objetivo.

De entrada, no cabe duda alguna acerca de la extraordinaria labor de Cuarón en lo que a planificación y aproximación visual se refiere. No tanto por la belleza de sus imágenes, sino por su precisión a la hora de transmitir exactamente la sensación de estar flotando a la deriva en el espacio. En ese primer plano secuencia de Gravity, no sólo consigue captar la atención del espectador, sino transmitir tanto la gratificante sensación que experimenta Matt Kowalski (George Clooney) en su deambular alrededor de la nave, como el terror y la angustia que siente Ryan Stone (Sandra Bullock) inmediatamente después del accidente que les pone en peligro. La verosimilitud de las diferentes situaciones por las que irán pasando los personajes, y un uso justo y preciso de elementos como la fotografía, el montaje y la banda sonora, contribuyen a dotar de credibilidad a un relato simple y sencillo. 

¿He dicho relato? Bueno, me refería más bien a que, Alfonso Cuarón logra casi la misma verosimilitud que Stanley Kubrick consiguiera con 2001: una odisea en el espacio (2001: a space odyssey, 1968), salvo que si el cineasta estadounidense pretendía contar algo, además de hacernos sentir que estábamos en el espacio, el mexicano no pretende contar nada más que lo que se plantea a primera vista. Quizás las primeras reflexiones de los personajes, unidas a la apabullante fotografía de Emmanuel Lubezki, hicieron pensar a algunos que Gravity iba a ser algo más que una versión de Lo imposible (The imposible, 2012, J.A. Bayona) en el espacio, pero lo cierto es que igual que las opciones se van acotando para la pareja protagonista, se van diluyendo las perspectivas existenciales que se platean inicialmente.

Es cierto que la película se puede disfrutar como una experiencia angustiante, pero un servidor no tiene muy claro lo que realmente querían contar los hermanos Cuarón. ¿Tal vez se trata de un título ecológico que advierte sobre la necesidad de reciclar, incluso a escala espacial? Podría ser, pero me parece algo desproporcionado. Es cierto que podemos encontrar apuntes filosóficos acerca de la muerte, nuestra insignificancia ante el universo, y, sobre todo, la capacidad de supervivencia del ser humano, pero es como si les hubiera dado miedo profundizar demasiado, asustar a un público que buscaba la evasión a toda costa. Lo lamento mucho, pero si bien el esfuerzo de Sandra Bullock es realmente notable, igual que le sucede a Ryan, tengo pocas cosas a las que agarrarme y siento que voy a la deriva en un periplo intenso y muy gratificante sensorialmente hablando, pero que carece de verdadera emoción y que, en definitiva, no trata de contar nada realmente. Lo cual está bien, sobe todo porque ni llega a molestarme el 3D, pero más para una atracción de feria, en lo que a sensación se refiere, o a una noticia del telediario, en lo que de emoción se trata.

Publicado originalmente en 400Films

La gran revancha


Título original: Grudge match
Año: 2013
País: EE.UU.

Dirección: Peter Segal
Guión: Tim Kelleher & Rodney Rothman, basado en una idea original de Tim Kelleher
Producción: Michael Ewing, Bill Gerber, Mark steven Johnson, Ravi D. Mehta & Peter Segal  
Fotografía: Dean Semler
Música: Trevor Rabin
Montaje: William Kerr 
Diseño de producción: Wynn Thomas 
Decorados: Matt Callahan
Vestuario: Mary E. Vogt
Reparto: Jim Lampley, Sylvester Stallone, Robert De Niro, Rich Little, Ireland Baldwin, Anthony Bean, Mason Mackie, Kevin Hart, Barry Primus, Oscar Gale, Frederick Douglas Plunkett Jr., BJ Guyer, Jen Kober, Anthony Anderson, Carrie Lazar, Don Lake, Han Soto, Kurt Krause, Steve Levy, John Buccigross, Alan Arkin, Kenneth Kynt Bryan, Greg Sproles, Matthew Rimmer, Kirk W. Johnson, Yohance Myles, Larry Morgan, Jai Stefan, Frank Pesce, Kim Basinger, Todd Truley, Paul Ben.Victor, Robert Larriviere, Jon Bernthal, Joey Diaz, LL Cool J, Greg Pitt, Courtney Brennan, Mykel Shannon Jenkins, Rowan Joseph Macsen Lintz, Dane Rhodes, Mike Goldberg, Camden Gray, Kate Reinders, Griff Furst, Sam Hoger, Chael Sonnen, Judd Lormand, Camila Le Sage, Bonnie Hellman, Wyatt Harris, Larry Merchant, Roy Jones Jr., Robert Sale, James Joseph, Michael Buffer, Pat Russell Mike Tyson, Evander Holyfield… 

cuando la cirugía sola no basta

Contar con tres pesos pesados de la interpretación estadounidense como Robert De Niro, Kim Basinger y Alan Arkin te ofrece muchas posibilidades. Pero unir a este trío la presencia de Sylvester Stallone deja claro que la única posibilidad de disfrutar de La gran revancha es la de instalarte en la parodia. La misma que se intuía en el momento de que algún ejecutivo de Hollywood daba luz a un proyecto concebido como producto rentable para unir en una misma película al actor septuagenario que había interpretado a Jake La Motta en Toro salvaje (Ranging bull, 1980, Martin Scorsese) y al ex actor porno —nunca se ve una erección suya en El potro italiano (The party at Kitty and Stud's, 1970, Morton Lewis)— casi septuagenario que había interpretado a Rocky Balboa en Rocky (1976, John G. Avidsen). 

El propio cartel de la película, con sus caras superpuestas a unos cuerpos fantásticos y lejos de los de ambos, ya adelanta el sarcasmo que invade el producto. Perplejo me quedo ante el despropósito de los efectos visuales con los que han modificado la evolución de los personajes cuando les vemos en sus tiempos mozos, que refuerza el carácter irónico de la propuesta. Y no quepo en mi de gozo al comprobar que los guionistas Tim Kelleher y Rodney Rothman, también deben haber captado el fondo marica de Los mercenarios (The expectables, 2010, Sylvester Stallone) y su secuela, abrumando al personaje de Sly con bromas anales.

Y habría sido muy divertido si se lo hubieran tomado todo de manera tan jocosa, pero no lo han hecho. Las cuatro alusiones a las anteriores películas de púgiles de la pareja no contribuyen más que a calmar las expectativas de los fanáticos más entusiastas. Y ponerles uno al lado de otro no sirve más que para comprobar lo mal que ha envejecido Stallone (y que debería demandar a su cirujano) y lo bien que lo ha hecho De Niro, así como la innegable superioridad artística de este último y su mucho mayor sentido del humor. Cierto es que, excepcionalmente, ver esta película doblada contribuye a mejorar la interpretación de Sylvester Stallone.

Todo esto no quiere decir que La gran revancha no sea una película entretenida. Al contrario, aunque el guión sea sencillo y previsible, también es efectivo y considerablemente ameno. La capacidad del reparto principal, muy bien apoyado en las aportaciones de Jon Bernthal y Kevin Hart, consiguen engancharte en una película que poco tiene que aportar al cine de boxeo, pero que te resultará más reconfortante que la enésima secuela de Rocky o Rambo, así como cualquier otra de las películas dirigidas por Peter Segal, cuya filmografía prefiero no mencionar (ni recordar).

domingo, 8 de diciembre de 2013

Carrie


Título original: Carrie
Año: 2013
País: Estados Unidos

Dirección: Kimberly Peirce
Guión: Roberto Aguirre-Sacasa, basado en una novela de Stephen King, anteriormente adaptado por Lawrence D Cohen
Producción: Kevin Misher  
Fotografía: Steven Yedlin
Música: Marco Beltrami
Montaje: Lee Percy & Nancy Richardson 
Diseño de producción: Carol spier 
Dirección artística: Nigel Churher
Vestuario: Luis Sequeira
Reparto: Chloë Grace Moretz, Julianne Moore, Gabriella Wilde, Portia Dounleday, Alex Russell, Zoë Belkin, Ansel Elgort, Samantha Weinstein, Karissa Strain, Judy Greer, Katie Strain, Barry Shabaka Henley, Demetrius Joyette, Arlene Mazerolle, Evan Gilchrist, Eddie Max Huband, Tyler Rushton, Connor Price, Jefferson Brown, Cynthia Preston, Philip Nozuka, Kyle Mac, Max Topplin, Mouna Traoré, Derek McGrath, Chris Britton… 

nosotros comemos mierda

Más allá de la demostración formal de Gus Van Sant con Psycho o de la declaración de principios de Michael Haneke con Funny games —el primero para demostrar que la película de Alfred Hitchcock era diferente siendo exactamente la misma, y el segundo porque la suya es la misma tanto si sus personajes hablan en alemán como en inglés—, la única motivación que Kimberly Peirce debe haber tenido para dirigir Carrie ha sido la de Virgil Starkwell en la que fuera ópera prima de Woody Allen: coger el dinero y salir corriendo… Quizás para hacer otra cosa que le interese más que una nueva adaptación de la que fuera primera novela publicada de Stephen King. De otra manera no puedo entender que este bodrio fuera obra de la misma autora de una película tan estremecedora como Boys don't cry...

Puedes leer la crítica completa en 400Films

sábado, 16 de noviembre de 2013

Séptimo


Título original: Séptimo
Año: 2013
País: España & Argentina


Dirección: Patxi Amezcua
Guión: Patxi Amezcua & Alejo Flah
Producción: Álvaro Augustín, Jordi Gasull, Axel Kuschevatzky, Andrés Longares, Matías Mosteirín & Edmon Roch  
Fotografía: Lucio Bonelli
Música: Roque Baños
Montaje: Lucas Nolla 
Decorados: Agostina De Francesco
Reparto: Ricardo Darín, Belén Rueda, Luis ziembrowski, Osvaldo Santoro, Guillermo Arengo, Jorge D'Elía, Andrea Carballo… 

cómo convertir el dolor en mierda

En línea con las propias películas que hace para la pequeña pantalla, la división cinematográfica de Tele5, parece haber encontrado la manera de hacer en el cine lo mismo que hacen en la televisión, es decir, convertir el dolor de la gente en un pedazo de mierda sensacionalista. En su segunda película como director, Patxi Amezcua coge una de esas noticias que tanto indigna al espectador televisivo y falla estrepitosamente en su intención de convertirla en el intenso thriller que anuncian. 

Aunque haya escrito guiones para otros [Best-Seller: el premio (1996, Carlos Pérez Ferré), El viaje de Arián (2000, Eduard Bosch), Bruc. el desafío (2010, Daniel Benmayor)], además de los suyos propios, y teniendo la ayuda de Alejo Flah, que fuera guionista de la serie (de tele5) Vientos de agua (2006, Juan José Campanella), les ha faltado la habilidad para desarrollar su propuesta con propiedad, presentando una idea tan estirada que si la hubieran tirado escrita en un papel por el hueco de la escalera, habría ido directa a la mierda de un perro. Si la historia carece de suspense, peor es todavía la capacidad narrativa del director, que parece justificarse con las 70 maneras de mostrar una escalera que muestra.

Por mucho que Ricardo Darín defienda con su fuerza y convicción habituales a este padre coraje, no basta para sostener el peso de la película. Sobre todo si tenemos en cuenta que su principal compañera de reparto es la sosa, insulsa y anodina Belén Rueda, incapaz de disimular que conoce el final de la historia que está interpretando. No es que me moleste intuir, desde el momento en que abre la boca, cómo va a terminar la historia, es que ella no es capaz de parecer madre, ni esposa, ni tranquila, ni ansiosa, ni capaz de nada.

Ya no es una cuestión del relato o de la posible intención de (nula)  expresión artística. Es la falta de sensibilidad y responsabilidad de los que se han atrevido a construir un relato a partir de una premisa que causa dolor, y no me refiero a la pérdida de tus hijos, sino a otra cuestión que no pretendo desvelar, para castigo de los que se atrevan a ir a verla al cine. 

No es que no crea que haya personas capaces de hacer lo que se muestra en Séptimo, es que la manera zafia y torpe en la que se resuelven las situaciones, no sólo deja claro el bajo nivel artístico de sus creadores, sino que demuestra que no les interesaba en absoluto contar una historia, transmitir unas emociones o concienciar de un problema social, tan sólo hacer un producto con el que ganar dinero. Vista la taquilla que han conseguido, está claro que son muy buenos comerciantes, sólo espero que abandonen el cine para montar un bar en un pueblo remoto, un chiringuito en una playa inaccesible o un restaurante en un asteroide que acabe absorbido por un agujero negro.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

El juego de Ender


Título original: Ender's game
Año: 2013
País: EE.UU.

Dirección: Gavin Hood
Guión: Gavin Hood, basado en una novela de Orson Scott Card
Producción: Orson Scott card, Robert Chartoff, Lynn Hendee, Alex Kurtzman, Linda McDonough, Robert Orci, Gigi Pritzker & Ed Ulbrich  
Fotografía: Donald McAlpine
Música: Steve Jabonsky
Montaje: Lee Smith & Zach Staenberg 
Diseño de producción: Sean Haworth & Ben Procter 
Dirección artística: Greg Berry, A. Todd Holland & Clint Wallace
Decorados: Peter Lando
Vestuario: Christine Bieselin Clark
Reparto: Asa Butterfield, Harrison Ford, Hailee Steinfeld, Abigail Breslin, Ben Kingsley, Viola Davis, Aramis Knight, Suraj Partha, Moises Arias, Khylin Rhambo, Jimmy 'Jax' Pinchak, Nonso Anozie, Conor Carroll, Caleb J. Thaggard, Cameron Gaskins, Stevie Ray Dallimore, Andrea Powell, Brandon Soo Hoo, Kyle Russell Clements, Wendy Miklovic, Jasmine Kaur, Han Soto, Edrick Browne, Tony Mirrcandani, Christopher Coakley, chase Walker, Gavin Hood… 

la guerra no es un juego de niños

El juego de Ender es una de esas películas que llegan rodeadas de gran expectación, sobre todo para el colectivo geek. Primero porque parte de la popular novela homónima de Orson Scott Card que, al ser uno de los productores de la película, se puede interpretar su aprobación sobre el proyecto. Pero por otro lado, porque aglutina algunas de las tendencias más valoradas por este tipo de público, como son la ciencia ficción y los videojuegos, haciendo incluso las delicias de los más frikis por la alusión indirecta a La guerra de las galaxias debido a la inclusión de Harrison Ford en el reparto. 

Quizás muchos deberían haber sido más prudentes al dar rienda a sus expectativas, porque finalmente, tanto el encargado de adaptar el texto a la pantalla, como el director de la película, ha sido Gavin Hood, responsable de la película más floja de la saga X-Men, X-Men Orígenes: Lobezno (X-Men Origins: Wolverine, 2009). Lo único que demuestra en su nueva película es que pondrá mucho empeño, pero le falta desempeño. A mi favor juega no conocer la novela de antemano, más que nada porque así mi percepción de la película está menos contaminada al no poder establecer las diferencias con la novela, por lo que si me gusta o no, no podré decir aquello de «el libro estaba mejor». 

Acorde con su presupuesto, toda la parte técnica y artística de El juego de Ender está resuelta con soltura y mucho esplendor. El diseño de producción es fabuloso, como los efectos visuales resultan espectaculares, así como también el vestuario y la fotografía. Quizás la banda sonora de Steve Jablonsky resulte un poco cansina —muchos bodrios en su trayectoria justifican mi percepción—, sobre todo porque es de esas partituras que se empeñan en dirigir tus emociones. El montaje de la película es adecuado y, en general, puedo decir que estamos ante una película considerablemente entretenida. Harrison Ford abusa del estereotipo, pero Viola Davis salva cualquier situación, de la misma manera que lo hacen Ben Kingsley y Nonso Anozie —importado de Juego de tronos, por si les suena y no se acuerdan de dónde. 

Pero entonces, ¿dónde está el problema? Podríamos buscarlo en el reparto infantil, convenientemente crecido para la credibilidad del relato en la pantalla, y creo que este es el primer error. Primero porque Asa Butterfield es incapaz de transmitir los conflictos de su personaje, y segundo por la las actitudes de estos jóvenes resultan contradictoras en sí mismas. Quiero decir, si la mayoría de los adolescentes que han sido escogidos para este deseado programa de formación son conscientes de su suerte y las posibilidades que tienen por delante, ¿por qué se siguen comportando como pandilleros de extraradio? ¿Porqué se empeña la familia de Ender en que no siga adelante, a pesar de que estaban encantados de que su hermano y hermana pasaran antes por el mismo programa? Sencillamente, porque lo pone el guión, y aquí reside el gran problema de la película, que sólo se preocupa en plantear, sin ofrecer justificación alguna.

¿Qué le pasa a esta sociedad que tiene que recurrir a niños para ir a la guerra? ¿Donde está la amenaza real de los insectores? Es posible que sobre el papel, el relato funcionara muy bien. Incluso contar la película puede dar la impresión de que estamos ante un relato de fantasía bastante logrado e incluso interesante. Pero tratar temas como la violencia juvenil, los conflictos fraternales, el bullying, la guerra y la muerte a través de unos personajes tan superficiales, hace que se desmorone por completo la verosimilitud del relato. Tampoco ayuda que Halle Steinfeld demuestre que lo de Valor de Ley fue cosa de su personaje, que no sus dotes para la interpretación. Si hasta casi son más profundas las secuencias de animación que las reales. De hecho, el propio juego al que juega Ender es más interesante que la película en sí. Lástima que forme parte de la nota más femenina de la película y quede relegada en favor de la acción.

Es posible que el autor de la novela original asumiera la influencia de la saga de la Fundación de Isaac Asimov y de los trabajos de la Guerra Civil Americana de Bruce Catton —al final los insectores van a ser los negros y estamos ante una película financiada por la ultraderecha—, pero a un servidor le resulta inevitable no relacionar la historia con El señor de las moscas, la maravillosa, cruel y violenta novela de William Golding. La relación es obvia en cuanto a los niños —más infantes que no adolescentes—, aunque en la isla no tenían que luchar contra las moscas (o los insectores), sino que acababan luchando contra ellos mismos. Lo que dotaba al relato de una mayor fuerza era la ausencia de adultos, que es otra de las notas discordantes de El juego de Ender. Los diálogos y actitudes entre niños y adultos son demasiado antinaturales, la distancia entre unos y otros no permite que acabemos de entrar de lleno en un relato que es más fantástico por este tipo de relaciones, que por todo lo demás. 

viernes, 27 de septiembre de 2013

Kon-Tiki


Título original: Kon-Tiki
Año: 2012
País: Noruega, Reino Unido, Dinamarca, Suecia y Alemania

Dirección: Joachim Rønning & Espen Sandberg
Guión: Petter Skavlan, con el asesoramiento de Allan Scott
Producción: Aage Aaberge & Jeremy Thomas  
Fotografía: Geir Hartly Andreassen
Música: Johan Söderqvist
Montaje: Per-Erik Eriksen & Martin Stoltz 
Diseño de producción: Karl Júlíusson 
Dirección artística: Lek Chaiyan Chunsuttiwat
Decorados: Louise Drake af Hagelsrum
Vestuario: Stine Gudmundsen-Holmgreen & Louize Nissen
Reparto: Pal Sverre Hagen, Anders Baasmo Christiansen, Tobias Santelmann, Gustaf Skarsgard, Odd Magnus Williamson, Jakob Oftebro, Agns Kittelsen, Peter Wight, Amund Helllum Noraker, Eilif Hellum Noraker, Elisabeth Matheson, Kasper Arneberg Johnsen, Edward Kling, Jo Adrian Haavind, Jonas Heier Straumsheim, Søren Pilmark, Trevor Martin, Johnny Myers, Robert Rowe, Perdita Avery, Ian Bonar, Sam Chapman, Eleanor Burke, Mikhail Basmadjian, Katina Egres, Richard Trinder, Tarang, Manuel cauchi, La-Oug, Todd Boyce, Ea Johanna Sandberg, Jo Hannah Emblem Rønning, Jonatan Meyer, Jakob Sander Ronne, Halvor Aasen, Thor Andreas Heyerdahl… 

aventuras 

A simple vista el argumento de Kon-Tiki puede parecer una historia ya vista. De hecho, guarda muchas similitudes con La vida de Pi (Life of Pi, 2010, Ang Lee), máxima ganadora de la edición de los premios Oscar en la que la película dirigida por Joachim Rønning y Espen Sandberg competía en la categoría de mejor película en lengua extranjera. Sin embargo, igual que el periplo que cuentan no partía con el apoyo de todos, aunque acabara convenciéndoles finalmente, también la película consigue atraparnos a medida que se desarrollan los verdaderos conflictos de los personajes que, como siempre, son más interiores que exteriores.

Estamos ante un relato de superación personal que sabe mantener un equilibrio preciso entre un tono épico adecuado para la aventura que narra, y el intimísimo justo que requiere el conflicto personal de su protagonista, que para cumplir su sueño debe hacer un gran sacrificio personal. Siguiendo esa misma dicotomía, la película también consigue un asombroso equilibrio visual entre el realismo de la prueba de supervivencia que sufren los protagonistas y el toque onírico que proporciona el uso de efectos visuales para algunas de sus espectaculares secuencias, como no podría ser de otra manera al tratarse de una expedición a través del océano Pacífico, que partió desde Perú hasta la Polinesia con el objetivo de demostrar que los nativos de las islas eran de procedencia americana en lugar de asiática, como se creía en la época.

Uno de los aciertos del relato es la triple lectura que se puede hacer de esta aventura. El propio líder de la expedición, Thor Heyerdahl, ganaría un Oscar a la mejor película documental en 1950 en la que mostraba su gesta. Si aquella película, sin duda, se centraba en el viaje, sus inconvenientes y la satisfacción de ver cumplido su objetivo, en Kon-Tiki no sólo somos testigos de su fortuito proceso de grabación, sino de lo que no se mostró en su momento, de las verdaderas relaciones que se establecieron entre los tripulantes de tan pintoresco navío. La triple lectura es la que hay detrás de cualquier aventura, ya sea un viaje como este o el mismo rodaje de una película, porque aunque ciertamente ganó mucho, Heyerdahl perdió muchas cosas por el camino. 

Si bien en un principio su esposa parece quererle tal y como es, participando junto a él en sus peligrosas aventuras, en el momento en que la familia se amplia con la llegada de los descendientes, ella cambia, negando el apoyo que habría echo de su triunfo el de ambos, no sólo el suyo… Aunque esto ya es una interpretación muy personal. Lo que no se puede discutir es que Agnes Kittelsen es una de las presencias más poderosas de la película, con una interpretación completamente diferente de aquella mujer más liviana y voluble que ofrecía en Siempre feliz (Sykt lykkelig, 2010, Anne Sewitsky).

miércoles, 25 de septiembre de 2013

2 guns


Título original: 2 guns
Año: 2013
País: EE.UU.

Dirección: Baltasar Kormákur
Guión: Blake Masters, basado en una novela gráfica de Stven Grant
Producción: Andrew Cosby, Randall Emmett, George Furla, Norton Herrick, Marc Platt, Ross Richie & Adam Siegel  
Fotografía: Oliver Wood
Música: Clinton Shoter
Montaje: Michael Tronick 
Diseño de producción: Beth Mickle 
Dirección artística: Kevin Hardison
Decorados: Leonard R. Spears
Vestuario: Laura Jean Shannon
Reparto: Denzel Washignton, Mark Wahlberg, Paula Patton, Bill Paxton, Fred Ward, James Mardsen, Edward James Olmos, Robert John Burke, Greg Sproles, Patrick Fischer, Edgar Arreola, Derek Solorsano, Kyle Russell Clements, Chrsitopher Matthew Cook, Tim Bell, Tait Fletcher, Jesus Jr., Azure Parsons, John McConnell, Jack Landry, Ritchie Montgomery, Ambyr Childers, Robert Larriviere, Lucy Faust, George Wilson, Yohance Myles, Evie Thompson, Samuel Baca-Garcia, Michael Beasley, Chrsitopher Dempsey, Bill Stinchcomb, Mark Adam, David Kency, Gilbert Rosales, Peter Gabb, Jason Kirkpatrick, Tony Sanford, Lucky Johnson, Lindsey G. Smith, Lindsey Gort, Hillel M. Sharman, Aaron Zell, Henry Penzi… 

el artesano que vino de islandia

No se está hasta qué punto es positivo afirmar que Baltasar Kormákur se ha integrado como un camaleón en la industria estadounidense, porque nadie diría que estamos hablando de un cineasta islandés que iniciara su trayectoria hace poco más de una década con 101 Reikiavik (2010). Después de alternar producciones europeas y americanas, tras el remake de Contraband (2012), afianza sus lazos con el cine estadounidense con 2 guns, un thriller de acción, adaptación de una novela gráfica. Una clásica buddy movie articulada en clave ligeramente cómica que funciona bastante bien, en parte gracias a las interpretaciones de su protagonistas, Denzel Washington y Mark Wahberg —colaborador habitual del director—, fortalecidos por la presencia de secundarios de lujo entre los que se cuelan Paula Patton, Bill Paxton, Fred Ward, James Mardsen y Edward James Olmos.

En este caso no podemos echar en falta la profundidad dramática, pero porque la película tampoco la propone ni la requiere. Lo que sí proporciona es la suficiente verosimilitud para que el suspense generado en los diferentes conflictos se sostenga sin problemas, reafirmado en las secuencias de acción dispersas a lo largo de la película. Virtudes que si bien vienen establecidas desde el guión de Blake Masters —primerizo en tierras cinematográficas pero no en las televisivas don de se ha prodigado en series como Brotherhood o Los Ángeles: Distrito criminal—, el director no consigue imprimir al relato su sello personal, aunque quizás porque no lo tenga.

Y ese es quizás el mayor (y único) problema de 2 Guns, que siendo una película entretenida, adolece de alguna característica que la diferencie entre las muchas películas que abundan en su mismo género, algo que trasluce desde su mismo título, que no podía ser más obvio. Como ya le pasaba en sus titulos anteriores, Kormákur no consigue llevarse la película a su terreno, limitándose a poner el guión en imágenes sin aportar nada más. Un ejercicio de artesano que desluce, en parte, el trabajo en conjunto y te obliga a digerir la película como quien come cualquier tipo de fast food. Te puede gustar y saciar en el momento, pero en un rato tendrás la necesidad de volver a comer otra vez.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

R.I.P.D. (Departamento de policía mortal)


Título original: R.I.P.D.
Año: 2013
País: EE.UU.

Dirección: Robert Schwentke
Guión: Phil Hay & Matt Manfredi, según argumento de David Dobkin, Phil Hay & Matt Manfredi, basado en la novela gráfica de Peter M. Lenkov
Producción: Michael Fottrell, Neal H. Moritz & Mike Richardson  
Fotografía: Alwin H. Küchler
Música: Christopher Beck
Montaje: Mark Helfrich 
Diseño de producción: Alec Hammond 
Dirección artística: Bruton Jones & David Scott
Decorados: Kathy Lucas
Vestuario: Susan Lyall
Reparto: Jeff Bridges, Ryan Reynolds, Kevin Bacon, Mary-Louise Parker, Stephanie Szostak, James Hong, Marisa Miller, Robert Knepper, Mike O'Malley, Devin Ratray, Larry Joe Campbell, Michael Coons, Chrsitna Everett, Micahel Tow, Lonnie Farmer, Piper Mackenzie Harris, Ben Sloane, Duncan Putney, Bill Mootos, Kortney Adams, Michael Yebba, David J. Curtis, Kachina Dechert, Cheryl McMahon, Georgia Lyman, Matt McColm, Catherine Kresge, John Burke, Joe Stapleton, Michael Steven Costello, Naheem Garcia, Lance Greene, Tobias Segal, Toby Huss, Mike Judge, Jon Olson… 

cadáveres que apestan antes de muertos

Cuando uno está viendo una película basada en un cómic que le recuerda a otra película, a su vez basada en otro cómic ¿a quien se le tienen que pedir explicaciones, al director, a los guionistas o al autor del cómic? Seria disyuntiva que, en cualquier caso, no nos lleva a ninguna parte porque a pesar de todo, R.I.P.D. tenía todos los ingredientes para triunfar, pero fracasa estrepitosamente. Por una lado está dirigida por Robert Schwentke, quien ya en RED demostró que podía adaptar un cómic a la gran pantalla, dotándolo de estimulantes secuencias de acción cargadas de sentido del humor, a las que aquí se habría sumado una sobre dosis de efectos especiales. Contaba además con un reparto encabezado por Jeff Bridges, secundado por una Mary Louis Parker absolutamente entregada a la comicidad hiperbólica de su personaje —sin duda lo mejor (lo único bueno) de la película—, pero que carecen del material primordial para hacer que un relato funcione: un guión coherente.

Basta con echar un vistazo a los trabajos previos de Phil Hay y Matt Manfredi (Furia de titanes, Æon Flux, El esmoquin) para entender porque estamos ante un desaguisado que no hay por donde coger. De entrada está el excesivo parecido con el planteamiento de Men in Black, tanto por la caracterización de esos cadáveres que se resisten a abandonar la que antes era su vida para evitar el castigo eterno, como por un sentido del humor que nunca llega a ser ni negro ni blanco ni de ningún color. A medida que avanza la trama resulta incomprensible una concepción tan cristiana de la muerte, con un cielo y un infierno, en la que en ningún momento intervienen ni Dios ni demonio ni ninguna fuerza que no sea realmente estúpida. 

Si sólo fuera esto, quizás un servidor podría haberse entretenido igualmente, pero es que se equivocan en todo. El flashforward con el que comienza la película no sirve para nada, ni engancha ni motiva ni tiene función narrativa. La broma de las identidades ocultas de los protagonistas en un chino y una rubia despampanante es delirante, pero completamente desaprovechada en el momento en que prefieren seguir adelante con los caretos que venden realmente. Y si a todo esto sumamos al insoportable Kevin Bacon, más la capacidad de Ryan Reynolds para enlazar un bodrio detrás de otro, habríamos tenido motivos suficientes para no haber comprado la entrada de cine. Lástima que tuve que verla para darme cuenta. Tú estás a tiempo, vete a ver una película checoslovaca sin subtítulos. Seguro que, al menos visualmente, es mucho más original y auténtica.

domingo, 15 de septiembre de 2013

jOBS


Título original: jOBS
Año: 2013
País: EE.UU.

Dirección: Joshua Michael Stern
Guión: Matt Whiteley
Producción: Mark Hulme  
Fotografía: Russell Carpenter
Música: John Debney
Montaje: Robert Komatsu 
Diseño de producción: Freddy Waff 
Dirección artística: Bruce Robert Hill
Decorados: Linda Lee Sutton
Vestuario: Lisa Jensen
Reparto: Ashton Kutcher, Dermot Mulroney, Josh Gad, Lukas Haas, Matthew Modine, J.J. Simmons, Lesley Ann Warren, Ron Eldard, Ahna O'Reilly, Victor Rasuk, John Getz, Kevin Dunn, James Woods, Nelson Franklin, Eddie Hassell, Elden Henson, Lenny Jacobson, Brett Gelman, Brad William Henke, Giles Matthey, Robert Pine, Clint Jung, David Denman, Masi Oka, Abby Brammell, Annika Bertea, Paul Baretto, Amanda Crew, Samm Levine, Cody Chappel, Joel Murray, William Mapother, Scott Krinsky, Evan Helmuth, Laura Niemi, Jim Turner, Clayton Rihner, Rachel Rosenstein, Christopher Curry, Mark Kassen, Dan Shaked, Duncan Bravo, Kent Shocknek, Aaron Kuban, Olivia Johnson… 

iJobs

Amado y odiado a partes iguales, comienzan a llegar las primeras películas en torno a una personalidad tan influyente y controvertida como la de Steve Jobs. No cabe duda que habrá tres tipos de espectadores para esta película. Por un lado estarán los fanboys, o admiradores en mayor o menor medida de Apple, en el extremo opuesto se colocarán los haters, o más adeptos a Microsoft, y en un punto intermedio estarán aquellos que, simplemente, sienten curiosidad por descubrir lo que hay detrás de quien es ya un auténtico mito contemporáneo. Si los primeros estarán encantados con lo que se muestra, sabiendo de antemano los más y menos de la historia, los segundos quedarán decepcionados por la total ausencia de alusiones a su (anti)héroe —con la excepción de una que con toda probabilidad sólo aprobarán los fanboys del primero—, pero que si bien puede resultar razonablemente entretenida para los terceros, termina por defraudar en cierta medida, al no ser más una película que pretende quedar bien, que arrojar luz sobre el conflicto en el que se centra. 

De entrada, jOBS comienza muy bien. Queda clara la posición de la película  al comenzar con un flashforward de la presentación del iPod, para situarse después en los tiempos de Universidad de Steve Jobs, cuando ni siquiera tenía todavía clara su vocación. La ambientación de la película consigue realmente situarnos en la época, gracias tanto al de fotografía de Russell Carpenter, como al  adecuado diseño de producción de Freddy Waff, reforzado por el vestuario diseñado por Lisa Jensen, que evita la exageración en favor de la sencilla verosimilitud. Tampoco elementos más emocionales, como la banda sonora, abusan para convertir la película en un revival en clave tecnológica de la época. Al contrario, la sensación en todo momento es la de asistir a un momento histórico, arrojando las mismas luces que sombras sobre el protagonista, permitiendo que sea el espectador quien le juzgue, pero nunca la película. El problema es que partimos del guión de un principiante, Matt Whiteley, que dirige un cineasta como Joshua Michael Stern, más acostumbrado a producciones ligeramente edulcoradas y melodramáticas, que terminan por demostrar su incapacidad para articular un discurso serio y coherente sobre conflicto y personaje. 

Si es posible que sea muy favorable su falta de implicación con respecto al personaje, no resulta igual de positivo que, en lo que parece un intento de emular el tono de La red social (The social network, 2010, David Fincher), terminen por intentar elaborar lo que sería un thriller en clave empresarial que el biopic que nos habían vendido. Cierto es que la mayoría conocemos el conflicto entre Jobs y Bill Gates gracias a una película como Piratas de Silicon Valley (Pirates of Silicon Valley, 1999, Martyn Burke), pero omitir cualquier tipo de alusión al creador de Microsoft sólo sirve para hacer incomprensible la conversación telefónica que mantiene en el único momento que se alude a Gates, pero sin nombrarle. Asimismo, sorprende que eludan toda vinculación con Pixar, cuando quedaría perfectamente justificado dentro de la trama, debido al período en el que se centran, y que serviría para reforzar y entender la personalidad primordialmente positiva y emprendedora del protagonista. 


Lagunas que hacen que, una vez pasada la mitad de la película, el interés decaiga considerablemente, no teniendo demasiado sentido que se centren, no ya en cómo levantó una empresa como Apple —que habría justificado la película, sino en cómo sus ejecutivos terminaron por echarle de su propia compañía, de la que se vengaría volviendo posteriormente con mucho más poder. Una etapa que queda algo farragosa al querer insinuar demasiadas cosas, pero sin explicar ninguna. Por otro lado, no puedo más que alabar el trabajo de Ashton Kutcher, que aparte de su razonable parecido real con el personaje que interpreta, no parecía ofrecer muchas garantías de tener la capacidad de interpretarle sin que pareciera una caricatura. Sin embargo, consigue una interpretación verdaderamente convincente, tanto en la construcción física de su personaje, como en la proyección emocional de su compleja personalidad, consiguiendo eclipsar a compañeros de reparto como Dermot Mulroney o Matthew Modine.

A pesar de las incoherencias y las lagunas, lo cierto es que la película permite el acercamiento a una figura imprescindible de la cultura contemporánea que, como avanzaba aquel mítico primer spot publicitario dirigido por Ridley Scott, que aludiendo a la novela 1984, aseguraba que a partir del 24 de enero, 1984 no sería como George Orwell lo había imaginado. Quizás aquella predicción se volvería en su contra en los años noventa, pero el tiempo le daría la razón posteriormente. Le pese a quien le pese.